viernes, 22 de junio de 2012

Khane-ye Doust Kodjast (¿Donde esta la casa de mi amigo?) - (1987) - (Director: Abbas Kiarostami)




TÍTULO ORIGINAL: Khane-ye Doust Kodjast

AÑO: 1987
DURACIÓN: 80 min.
PAÍS: Irán.
DIRECTOR: Abbas Kiarostami.
GUIÓN: Abbas Kiarostami.
MÚSICA: Amine Allah Hessine.
FOTOGRAFÍA: Farhad Saba.

REPARTO:
 Babek Ahmad Poor, Ahmed Ahmed Poor, Kheda Barech Defai, Iran Outari, Aît Ansari.

SINOPSIS:
Mohamed no ha hecho los ejercicios en el cuaderno y el profesor le amenaza con la expulsión si vuelve a repetir la misma falta. Esa misma tarde, su compañero, Ahmed, toma por equivocación el cuaderno de Mohamed y cuando decide ir a buscar la casa de su amigo para devolvérselo, se pierde en la noche. Un canto a la solidaridad protagonizado por un niño, capaz de atravesar a pie kilómetros de campos en mitad de la noche por evitar el mal de su compañero.

 COMENTARIOS:
Una clase en planos cortos, cerrados. Una sensación de encierro, de disciplina cuadriculada, un silencio de gran densidad sólo roto por el monótono discurso de un profesor que, lejos de educar, parece más interesado en vincular a los estudiantes a la obediencia, al respeto por las normas y a una dedicación exclusiva. Frente a esto, el espacio libre, los sonidos de la naturaleza y la supeditación de los estudios a una realidad donde la pobreza es palpable, precaria. Una guerra oculta entre dos mundos, dos burbujas cerradas que colisionan entre sí y, en medio, una anécdota, casi una nota a pie de página de la vida cotidiana que marcará la toma de conciencia de ambas realidades.
Esto es lo que Kiarostami nos ofrece partiendo de una sencilla premisa argumental, una película moderna tanto en su sentido naturalista y en su estética de lo precario como en lo ideológico, una película que quiere ser manifiesto o que al menos se posiciona ideológicamente, que pretende ser denuncia, que pretende, en definitiva, cambiar el estado de las cosas.
Éste es un viaje iniciático, con muchos paralelismos con el de Antoine Doinel en Los Cuatrocientos Golpes. No tanto por las realidades culturales que retrata, sino porque trata de la búsqueda de un objetivo, metafórico en el caso francés, más palpable en el caso iraní. Se trata de la pérdida de la inocencia de un niño que, más allá de las normas adultas, quiere lograr algo tan simple como devolver el cuaderno de deberes a su amigo y evitar así un castigo tan arbitrario como injusto.
Es en este viaje donde asistimos al choque entre el objetivo y un muro de incomprensión adulta, un muro donde el protagonista conocerá su soledad frente al egoísmo, donde Kiarostami le situará siempre en primer plano bajo el ombligo de los mayores, y donde los sonidos de la naturaleza y la cháchara adulta provocan un tapón en el cual su angustia y sus preguntas quedan ahogadas, no escuchadas o directamente ignoradas.
Esto crea una corriente inmediata de simpatía hacia el protagonista, pero también una continua sensación de suspense, de angustia, de no alcanzar a comprender porqué algo tan sencillo resulta a la vez tan arduo, un in crescendo de desesperación que se alarga hasta el último plano del film, sin más epílogo que la resolución final, sin más recurso explicativo que los propios símbolos, que la propia historia en sí misma.


Tráiler:

Calificación: Extraordinaria.

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