martes, 12 de junio de 2012

Monsieur Lazhar (Profesor Lazhar) - (2011) - (Director: Philippe Falardeau)




TÍTULO ORIGINAL: Monsieur Lazhar

AÑO: 2011
DURACIÓN: 94 min.
PAÍS: Canadá.
DIRECTOR : Philippe Falardeau.
GUIÓN : Philippe Falardeau.
MÚSICA: Martin Léon.
FOTOGRAFÍA: Ronald Plante.

REPARTO:
Mohamed Fellag, Sophie Nélisse, Émilien Néron, Marie-Ève Beauregard, Vincent Millard, Seddik Benslimane, Louis-David Leblanc, Danielle Proulx, Brigitte Poupart, Jules Philip, Louis Champagne, Daniel Gadouas, Francine Ruel, Sophie Sanscartier.

PREMIOS:
2011: Oscars: Nominada a Mejor película de habla no inglesa.
2011: Festival de Toronto: Mejor película canadiense.
2011: Festival de Locarno: Premio del público.
2011: Festival de Valladolid - Seminci: Mejor guión, Premio FIPRESCI.

SINOPSIS:
Una escuela, en Montreal. Una profesora se ahorca en la misma aula en la que impartía clases a chicos y chicas de doce años. Simón, uno de sus alumnos, es quien la descubre. Bachir Lazhar, inmigrante argelino, lee la noticia en la prensa, y se le ocurre ofrecerse como sustituto. Tras la sorpresa inicial, la directora, que tiene lógica prisa en cubrir el puesto, le acepta. Aunque Bachir proviene de un ambiente con métodos pedagógicos muy diferentes, logrará hacerse con su clase, entendiendo los sentimientos que embargan a los chicos tras el suicidio, al tiempo que sobrelleva su personal tragedia familiar.

COMENTARIOS:

El Profesor Lazhar es una película canadiense, que estuvo entre las nominadas al Oscar a Mejor Película Extranjera en la última edición de los Premios Oscar. Película interesante, social y necesaria que deja al descubierto uno de los más grandes problemas en la sociedad, como es la educación, sobre todo en las etapas primarias. El tema de fondo no es la muerte, esta es sólo una excusa o el medio que deja entrever un problema más grande.

Profesor Lazhar sorprende gratamente. Uno se espera un relato sobre la enseñanza y la figura del profesor, un poco en la línea de los films más representativos que suceden en pasillos de colegios e institutos como Ser y tener, Hoy empieza todo o La clase, por citar tres películas francohablantes. Y lo que nos propone el canadiense Philippe Falardeau es más profundo y novedoso. Habla de la muerte, y lo hace desde el minuto uno: un niño descubre el cuerpo sin vida de su profesora pendiendo de una viga, y a partir de aquí, en medio de la conmoción del centro educativo que afecta a docentes, padres y alumnos, el relato nos presenta al misterioso señor Lazhar, el nuevo profesor de francés que sustituye a la antigua profesora y que en sus clases enseñará más cosas que las conjugaciones de los verbos.
Profesor Lazhar propone una cuestión tan necesaria como provocativa: la necesidad y la obligación de hablar de la muerte cuando esta nos ha afectado de algún modo, asumiendo que ese es un tema tabú que se evita o se calla a propósito con tal de esquivar momentos incómodos. Porque... ¿se puede educar desde la evasiva?, ¿Cómo seguir creyendo en el sistema cuando algo ha roto el orden establecido?, ¿Cómo evitar que lo vivido no influya a la hora de dar o recibir clases?, ¿Cómo enseñar lengua cuando extramuros de la institución educativa suceden guerras, atentados terroristas y cosas atroces?. Hechos que, precisamente, llenan la historia de la mejor literatura. ¿O realmente todo ello se puede evitar desde el microcosmos del aula?.

La carga social de Profesor Lazhar es potente: nos obliga a debatir qué debemos enseñar y cómo enseñarlo, y para ello establece una radiografía de padres ausentes, un equipo directivo que responde con evasivas y un profesor abandonado a su suerte que debe elegir entre ser transmisor de contenidos o receptor de sentimientos. Agradezco que Profesor Lazhar no sea un elogio más a la figura del profesor, que lo es y lo debe ser, sino una reflexión sobre aquello que no se enseña en el aula (y desgraciadamente tampoco en casa) y que al final es más importante que cualquier teoría de manual. De gran dureza pero de recuerdo agradable. Una clase magistral de buen cine social.
Una hermosa y audaz película quebequense que mezcla inteligentemente el drama y la comicidad, ganando probablemente el tono dramático. Una realista parábola pedagógica, bien interpretada, no sólo por el protagonista Mohamed Fellag sino también por los pequeños coprotagonistas principales. Un filme que se convierte didáctico tanto para el alumno como para el espectador a través de una plácida fábula que se desliza por una moralidad ciertamente optimista. Con moraleja final para anotar y preservar.
La película muestra con maestría y sencillez la verdadera esencia de la educación. Cuenta con unos ingredientes exquisitos: guión sólido, fotografía perfecta, banda sonora elegante y actores creíbles.
Es de esas obras que dejan huella, provocan debate y animan el corazón. Muy recomendable para educadores y padres porque refleja el amplio mundo de la infancia con respeto y sentimiento.
Además, por si todo esto fuera poco, vincula el dolor, la persecución y la violencia a la educación en su más amplio sentido.
Magnífica película escrita y dirigida por el canadiense Philippe Falardeau, que adapta una obra de teatro de Evelyne de la Chenelière. Ha sido nominada al Oscar a la mejor película extranjera, y tiene la mayoría de las cualidades exigibles a un gran film: una historia interesante, conflictos, apasionantes temas de fondo, y personajes bien definidos. Todo presentado con un tono sobrio, una paleta de colores apagados –gran parte de la narración transcurre en invierno–, y una partitura musical perfecta para acentuar el “mood” entre triste y esperanzado que preside el film.

Falardeau se las arregla para confrontar modos de enseñar diferentes, que no tienen por qué colisionar, se puede aprender de la pedagogía de unos y otros, lo importante es interesarse de verdad por los alumnos, educar y no conformarse con enseñar. También habla de los padres, su presencia agobiante o su ausencia por motivos profesionales, en los que tal vez no falte el amor, pero puede que esté ausente el hacerse cargo, el entender, o el simplemente “estar ahí”, accesibles, para lo que haga falta. La globalización, el encuentro de Oriente con Occidente es un hecho, hay que aprender a convivir, a respetar la diferencia, a valorar lo bueno del otro; pero sin negar lo que está mal o no funciona, ya sea el fundamentalismo que conduce al terrorismo en Argelia, o los problemas de las sociedades desarrolladas, donde cuestiones como la imposibilidad de “tocar” a un alumno –hay una hipersensibilidad sobre actitudes con connotaciones sexuales o de malos tratos– son sólo la punta de un problemático “iceberg” que en Occidente no se quiere –o no se sabe– sacar a la luz.
Lejos de Falardeau cuestionar el papel de la psicóloga que quiere ayudar a los niños a pasar página con el suicidio de su profesora, pero el cineasta no deja de apuntar a si a veces hay un conformismo que se limita a aplicar “reglas de manual”, en vez de ver personas, individuos, en los chicos, a los que hay que tratar de ayudar. Y Lazhar, desde su posición de profesor, hace eso, sin tratar de suplantar a nadie, simplemente cuidando a los que tiene a su cargo. Todas las escenas del profesor en el aula, o con sus alumnos, o en las relaciones con sus colegas, tienen el sabor de lo auténtico.
Como cabe imaginar, en una película que se titula Profesor Lazhar, el personaje del título es el alma de la historia, lo que exige a un actor de talento para encarnarlo. Fellag da con el tono perfecto de quien ha sufrido y sigue sufriendo mucho en la vida, pero no trata de cargar sobre los hombros de otros lo que es su dolor. Alguien educado, interesado por los demás, inmigrante, sin dejarse dominar por el pensamiento de cómo será juzgado por los que tiene alrededor.

Tráiler:
Calificación: Obra maestra.


No hay comentarios:

Publicar un comentario