viernes, 21 de septiembre de 2012

Two for the Road (Dos en la carretera) - (1967) - (Director: Stanley Donen)



TÍTULO ORIGINAL: Two for the Road
AÑO: 1967
DURACIÓN: 111 min.
PAÍS: Reino Unido.
DIRECTOR: Stanley Donen.
GUIÓN: Frederic Raphael.
MÚSICA: Henry Mancini.
FOTOGRAFÍA: Christopher Challis.

REPARTO:
Audrey Hepburn, Albert Finney, Eleanor Bron, William Daniels, Nadia Gray, Claude Dauphin, Georges Descrières, Jacqueline Bisset, Judy Cornwell, Irène Hilda, Dominique Joos.

PREMIOS:
1967: Nominada al Oscar: Mejor guión original.
1967: Festival de San Sebastián: Concha de Oro.

SINOPSIS:
Una de las disecciones más agudas que se han hecho, acerca de los motivos que pueden llevar a un matrimonio al fracaso. Tan certera es, que Stanley Kubrick fichó al guionista, Frederic Raphael, años más tarde, para escribir Eyes Wide Shut.
El film muestra a una pareja en plena crisis conyugal, que recuerdan la época en que eran felices, empezando por su flechazo. Albert Finney y Audrey Hepburn componen sus personajes a la perfección, y Stanley Donen probó que sabía hacer algo más que `Cantar bajo la lluvia´.

COMENTARIOS:

Tres veces trabajaron juntos Stanley Donen y Audrey Hepburn. Una cara con ángel (1957), musical en el mundo de la moda, Charada (1963), mezcla de thriller y comedia, y Dos en la carretera. Decía Hepburn que sólo pensar en Donen le hacía sonreír. Y mencionaba dos escenas de Dos en la carretera entre sus favoritas: aquella en que se cambia de ropa en el coche, y cuando llevan comida de fuera al hotel, sin saber que está incluida en el precio.
"Dos en la carretera". Dirigida por Stanley Donen en 1967 y protagonizada por Audrey Hepburn, Albert Finney, Eleanor Bron, William Daniels, Nadia Gray, Claude Dauphin. Nunca Stanley Donnen, ni Albert Finney ni Audrey Hepburn (que rodó la película en unas circunstancias personales muy parecidas a las de la protagonista, circunstancias que desembocarían en su posterior divorcio), han estado mas lúcidos, más ácidos, más serios y realistas, sin caer por ello en la oscuridad, la amargura o el registro plano y gris (no faltan momentos alegres o dulces en la narración, como en la vida misma...).


La película ha sido clasificada como una road movie, a falta de otra definición mejor, y tal vez sea una definición válida, si entendemos la carretera por la que ambos personajes se desplazan como una metáfora de sus vidas en común, pasando por todos los momentos de su vida en pareja; encuentro, romance, aburrimiento, engaño, desengaño, y evaluación de la situación para ver si merece la pena continuar el viaje, efecto metafórico amplificado por el hecho de que todos estos momentos se narran en paralelo, de modo que llega un momento en el que, como voyeurs fílmicos, (o como si fuésemos ellos mismos), podemos experimentar a la vez todos los estados de su vida,(comprimidos en esos distintos viajes por la carretera), y compararlos, analizándolos en su conjunto.
Una película que, aunque haya quien ha querido verlo así, no es en absoluto pesimista,-aunque si esta salpicada a veces de un cinismo que se puede confundir con ello- porque en ningún momento, pese al devenir normal de la vida, que no es siempre, mal que pese a muchos (aunque sí en ocasiones, demos gracias por ellas), de color de rosa, se pierde, al fin, la esperanza de superarlo todo y seguir adelante. Hecho increíble que juro que jamás había visto en ninguna película, ni siquiera en la bella "American Beauty", que se pierde con sus toques fantásticos y sus personajes realistas, pero "extremos", esta película es, en esencia, como la vida misma; Nada más. Y nada menos.


Mención aparte merece además el hecho de que la película es, de alguna forma, el equivalente a la cima de una montaña rusa; está en el punto álgido y se nota, pero un centímetro más y empezara a caer. En ese punto de equilibrio, fantástica la dirección, la actuación de Audrey Hepburn y de Albert Finney. Y además, otro de sus grandes atractivos, la nota de color del aspecto estético: esa época de los últimos sesenta que se nos muestra una última vez en todo su esplendor, antes de, si no perderse con la entrada de los cínicos y desencantados – pero aún socialmente comprometidos - setenta, sí de diluirse para siempre hasta llegar al momento presente.
Espléndida la fotografía, los decorados, esos coches, esas fiestas, esa música a cargo del siempre elegante Henry Mancini, original, y deliciosa estética, a cargo de la diseñadora Mary Quant....


Un clásico poco conocido...pero imprescindible.


Tráiler:




Calificación: 5 de 6.

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