viernes, 23 de noviembre de 2012

Ladri de biciclette (Ladrón de bicicletas) - (1948)



TÍTULO ORIGINAL: Ladri di biciclette
AÑO: 1948
DURACIÓN: 88 min.
PAÍS: Italia.
DIRECTOR: Vittorio De Sica.
GUIÓN: Cesare Zavattini, Vittorio De Sica, Suso Cecchi d'Amico y otros (Novela: Luigi Bartolini).
MÚSICA: Alessandro Cicognini.
FOTOGRAFÍA: Carlo Montuori.
REPARTO:
Lamberto Maggiorani, Enzo Staiola, Lianella Carell, Gino Saltamerenda, Giulio Chiari, Vittorio Antonucci.
PREMIOS:
1949: Nominada al Oscar: Mejor guión. Premio Honorífico a la Mejor película extranjera.
1949: Globo de Oro: Mejor película extranjera.
1949: BAFTA: Mejor película.
1949: 6 premios del Sindicato Nacional de periodistas italianos, incluyendo, película, director.
1949: 2 premios National Board of Review: Mejor película, director.
1949: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor película extranjera.
SINOPSIS:
En la Roma de la posguerra, un obrero en paro consigue un sencillo trabajo pegando carteles a condición de que posea una bicicleta. Obra maestra del neorrealismo italiano, y la más conocida de la famosa trilogía de De Sica -junto a "Umberto D." y "Milagro en Milán"-, fue una película clave de la posguerra que influyó notablemente en muchos directores europeos. 

COMENTARIOS:
Tras las devastaciones de la segunda guerra mundial, surge el neorrealismo italiano; un movimiento cinematográfico mayormente apuntalado por directores como Roberto Rossellini, Luchino Visconti y Vittorio de Sica. Este último dirigió en 1948 “Ladrón de bicicletas”, un film que se llevaría el Oscar a la mejor película extranjera. Junto a “El limpiabotas” y “Umberto D”, este film participa de una trilogía donde las vicisitudes del hombre son recorridas desde su niñez hasta su vejez, y es que justamente el neorrealismo fue una verdadera conjunción de realismo social y arte crítico donde lo importante era manifestar las problemáticas de la post guerra de los sectores más desfavorecidos.


La historia entonces nos cuenta la difícil vida de Antonio Ricci (Lamberto Maggiorani), un hombre de mediana edad que tiene una familia a la que le cuesta mantener por falta de trabajo. Gracias a la agencia de empleos consigue un puesto municipal (algo así como un empleo de oro para la época) para colocar carteles en la calle siempre y cuando, claro, posea una bicicleta, herramienta fundamental para su cargo. Su mujer entonces empeña toda la blanquería que tiene para poder recuperar la bicicleta que su marido ya anteriormente había empeñado y Antonio comienza a trabajar. Las escenas donde se prepara para su primer día, su pequeño hijo ayudándolo a prepararse y su esposa cosiendo pacientemente la gorra del uniforme dan idea ya de a todo lo que este director apuntará: la dignidad del hombre. Mientras pega pacientemente sus primeros carteles, su bicicleta es robada en sus narices y de aquí en más el film nos mostrará la desesperación de un hombre y su pequeño hijo por recuperarla. La simbología es evidente, no es más que la desesperación por recuperar su dignidad, su futuro, su posibilidad de sacar su familia adelante.


Los recursos neorrealistas están ampliamente usados en “El ladrón de bicicletas”: abundantes exteriores, donde la ciudad de Roma se convierte en un intrincado laberinto de calles, barrios deslucidos por la guerra, los niños como testigos de la problemática social del momento y la labor de actores no profesionales. De hecho LianellaCarell, María Ricci, era una periodista desocupada, Lamberto Maggiorani, un obrero real y el pequeño Enzo Staiola, Bruno Ricci, un niño curioso que presenciaba la filmación y fue descubierto por el propio director. Así y todo las actuaciones son destacables, sobretodo la del pequeño Bruno, y las escenas deslumbrantes. Con momentos de simple silencio y pasividad escénica, De Sica muestra las tribulaciones de un hombre que desespera por no hundirse, de sacar a su hijo de la necesidad de trabajar en una gasolinera así con sus pequeños 5 o 6 años.

Llamado el cine de la desesperanza, “El ladrón de bicicletas” es una galería de los problemas de una época difícil, donde los hombres luchan entre sí para sobrevivir, la solidaridad tiene momentos esporádicos, y la necesidad es lo principal. Pero el film no solo muestra esto, también muestra (y esto es la que la eleva en sí) la relación de un padre con su hijo, el compañerismo y el sostén que se dan el uno al otro, la desesperación como generadora de malos ejemplos.

Este film era una deuda en mi haber, y ahora me doy cuenta porqué se habla tanto de ella dentro de lo que es el cine clásico europeo. Es uno de los Films con una de las  escenas finales más perfecta, sensible, desgarradora y locuaz que he visto en mi vida. Una película con la que es difícil no sentir con los protagonistas, no adentrarse en ese mundo de la desesperación y desesperanza.


Tráiler:

Calificación: Obra maestra.

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