jueves, 6 de diciembre de 2012

It's a Wonderful Life (¡Qué bello es vivir!) - (1946) - (Director: Frank Capra)



TÍTULO ORIGINAL: It's a Wonderful Life

AÑO: 1946

DURACIÓN: 130 min.

PAÍS: EE.UU.

DIRECTOR: Frank Capra.

GUIÓN: Frances Goodrich, Albert Hackett, Frank Capra.

MÚSICA: Dimitri Tiomkin.

FOTOGRAFÍA: Joseph Walker & Joseph Biroc.

REPARTO:

James Stewart, Donna Reed, Lionel Barrymore, Thomas Mitchell, Henry Travers, Beulah Bondi, Frank Faylen, Ward Bond, Gloria Grahame, H.B. Warner, Frank Albertson, Todd Karns, Samuel S. Hinds, Mary Treen, Virginia Patton, Charles Williams, Argentina Brunetti

PREMIOS:

1946: 5 nominaciones al Oscar: Película, director, actor (James Stewart), montaje, sonido

SINOPSIS:


George Bailey (James Stewart) es un honrado y modesto ciudadano que dirige y mantiene a flote un pequeño banco familiar, a pesar de los intentos de un poderoso banquero por arruinarlo. El dia de Nochebuena de 1945, abrumado por la repentina desaparición de una importante suma de dinero, que supondría no solo la quiebra de su banco, sino también un gran escándalo, decide suicidarse, pero cuando está a punto de hacerlo ocurre algo extraordinario.

COMENTARIORS:

Frank Capra estaba convencido de que ¡Qué bello es vivir! iba a convertirse en la mejor película de la historia, estaba seguro de su éxito, sabía que tenía entre manos un material excepcional y que había sacado todo el partido posible para convertirla en una obra imperecedera, eternamente moderna, su mejor obra que pasaría a la antología del cine. Pero se equivocó, aunque sólo en principio. La película no fue ni mucho menos el éxito que esperaba y sólo el tiempo la ha situado en el sitio que merece, donde Capra esperaba en definitiva.


Siempre se ha tachado a Frank Capra de innumerables cosas, algo que ya comentaré, de ingenuo y optimista, muy falso lo primero y cierto lo segundo, aunque se trate de una burda simplificación ante uno de los grandes directores de la historia del cine. Denostado y algo olvidado en la actualidad de forma incomprensible, aunque eso cambiará como siempre, durante la primera etapa del sonoro y primera época de la edad dorada de Hollywood, los años 30 y 40, Frank Capra era el director más indiscutible y reconocido de la industria, el absoluto número uno sin parangón alguno. Sus películas se contaban por éxitos absolutos pero tras la 2ª Guerra Mundial el sentir de la gente cambió, la inocencia del pueblo americano también y la positividad y optimismo de Capra dejó de entusiasmar, algo que el director no vio venir, y de ahí su sorpresa ante el escaso éxito de la que pensaba su obra cumbre. Su optimismo y mirada entusiasta ante lo adverso no congenió con un público que buscaba otras cosas y dirigió su mirada a otros estilos, como el cine negro, su pesimismo y falta de valores, la ciencia ficción o la evasión en estado puro con la comedia musical, que alcanzará un repunte y madurez en los años posteriores.

Capra lanzó su obra maestra cuando las cosas empezaban a cambiar. Venía de su paso por el ejército y era consciente de que era posible que nada fuera igual, pero el poco éxito de una cinta que creía excepcional pudo acabar provocando que perdiera interés por la labores de dirección, de hecho sólo rodaría cinco películas más después de ¡Qué bello es vivir!
El individuo, el carácter emprendedor y decidido, la competencia, la familia, la honestidad, la verdad, la lucha, el sacrificio, la libertad, la generosidad, y los grandes valores tradicionales son algunos de los temas imprescindibles del cine de Capra, y aquí no iba a ser menos.


El guión de ¡Qué bello es vivir! es  una obra de arte en sí mismo, una obra maestra absoluta de obligado estudio en las academias de cine, un ejemplo perfecto de progresión dramática y guión de anticipación. Un guión detallado y detallista hasta la obsesión. Modélico.
La película se inicia con una sucesión de plegarias en un pueblo, lo oímos en off, desde fuera de las casas como si la cámara representara a la divinidad, a Dios, que de hecho es así, ya que escuchará dichas plegarias y se pondrá manos a la obra para cumplir las peticiones. Todas ellas se refieren a un tal George Bailey, que parece ser lo está pasando mal, y siendo tan bueno y generoso no lo merece, por lo que piden a Dios que haga algo para solucionar sus problemas y sufrimientos. Tras oír estas plegarias somos testigos de una conversación divina, San José y el mismo Dios hablan de cómo ayudar a George Bailey y a quién mandar para solucionar el asunto. El elegido es un entrañable ángel llamado Clarence, que lleva 200 años esperando sus alas debido a su limitación intelectual, pero todo lo que tiene de simple lo tiene de bueno así que Dios decide confiar en él para la misión.


Antes de mandarle a la Tierra para que se ponga manos a la obra le enseñarán las principales circunstancias y hechos más importantes en la vida de George, para que tenga un mejor conocimiento de él y sea más fácil ayudarle. Así por tanto entramos en un flashback que nos mostrará a nosotros también la vida de George Bailey, uno de los grandes personajes de la historia del cine. Un inicio sumamente original.
La primera escena que vemos de la vida de George es jugando con los trineos, y ya en ella se comienza a definir la personalidad de nuestro protagonista. Además todas las historias y elementos que se tratan no sólo tienen una función narrativa y de descripción y desarrollo de personajes sino que tendrán su función al final de la cinta como contrapunto, es decir, hay que tener cada detalle, hecho y acto en cuenta porque tendrá importancia vital en el desarrollo de la película, en un guión que tiene en la anticipación una de sus grandes virtudes.
Este juego metalingüístico tiene total relación con la ideal del cine, como comentaré posteriormente, y resulta eficaz, divertido y coherente, un detalle de guión soberbio e imprescindible.

En pleno juego con los trineos el hermano de George, Harry, rompe el hielo y se sumerge en él. George no lo dudará un momento y se lanzará a rescatar a su hermano salvándole la vida, aunque se verá afectado de una infección que le dejará sordo del oído izquierdo. George muestra su sacrificio y generosidad por la gente que quiere y aprecia, sin mirar lo más mínimo por él mismo.
Poco después también veremos la presentación del otro gran protagonista, Harry F. Potter. Estamos en 1919 y George tiene 12 años.
No es baladí que la narración se inicie en la infancia de George, dicha infancia tendrá su importancia, y además muestra la idea de Capra de la definición del carácter desde casi el nacimiento, obviando entornos y demás circunstancias. Una infancia que nos define, vincula y forja nuestra esencia y propio ser. Veremos a George, a su hermano y a la que será su esposa, Mary, así como a una admiradora eterna y platónica, la sensual y sexual Violet, que de mayor se convertirá en nada más y nada menos que Gloria Grahame. Tanto es así que la definición y esencia, incluso sentimientos y vínculos entre personajes, estará definida con hilos invisibles e irrompibles desde esta escena. George y su generosidad, así como su carácter distraído y soñador, su unión con Mary, el amor de Mary hacia George, que se lo declara en un precioso e íntimo momento al oído sordo de éste, los sueños de viajar y salir del pueblo de George, la atracción que George produce en Violet y el desinterés de éste…
El amor de Mary hacia George es casi divino, irrompible, de destino inamovible, aunque la idea de Capra es que el destino lo definimos nosotros, incluso con elementos de trama que parecen obligar a sus personajes a un destino definido de antemano, como la imposibilidad de George de salir de su pueblo, incluso esos momentos serán vinculados por el carácter y forma de ser de los personajes, por sus decisiones y libre voluntad de elección, si Mary logra a George es porque su amor es tan fuerte y decidido que crea su propio destino inamovible. Existe el destino inalterable…si lo creamos nosotros. Lo de Mary es el vínculo de un sentimiento eterno y verdadero.
Ya en esta primera escena George nos hablará de sus sueños exploradores y viajeros, de Tahití. La idea de ser explorador y querer salir de su pueblo, en el que se siente atrapado, y su imposibilidad de lograrlo, sus sueños frustrados de viajar, fue cogida por otro clásico instantáneo y obra maestra absoluta, que además tiene muchos puntos en común con ésta que nos ocupa, como es “El show de Truman” (Peter Weir, 1998).
George es, en esta primera fase, absolutamente angelical, responde con cariño y amor a los desplantes de su jefe porque tiene la habilidad de leer en el interior de las personas y sus motivaciones, por eso no tendrá la misma comprensión con Potter. Es profundamente empático y sensible. La escena de la equivocación de su jefe, el señor Gower, en la receta de las medicinas es paradigmática de la personalidad de George, que Capra va definiendo con profundidad y un ritmo implacable.


Con respecto al ritmo de la cinta, comentar que es demoledor, asombroso, sin freno ni pausa, el desarrollo y evolución de historia, personajes, conflictos, profundidad de caracteres, es perfecta y de precisión, sensibilidad y sentimiento asombrosas.
Las escenas del jefe (droguero) de George en su laboratorio están rodadas llenas de botes y cristales, que lo tapan y ocultan en muchos momentos, expresando la confusión y turbación del personaje que provoca su reacción violenta hacia George, debido a la noticia de la muerte de su hijo, y su posterior arrepentimiento. Un arrepentimiento que será mostrado en primer plano y liberado de los cristales que lo tapaban.
Por tanto, esta obra viene a ser una representación de lo mejor y lo peor del ser humano tomando como base la vida de un hombre que es testigo de ambas mitades, además de tener una narración ágil y tramos de comedia y drama que llegan al espectador. Y si, el final es precioso y he llorado como hacía tiempo que no lo hacía con una película.
Una fábula contada con un encanto especial sobre los lazos familiares y sociales, y sobre la vida de un hombre con su ambición y su humildad, como estos dos matices se enfrentan para marcar su destino, todo contado con un humor sano a saltos con la dureza de la vida cotidiana, con lo que logra transmitir un amplio abanico de emociones únicas, el triunfo y el fracaso, los éxitos y las frustraciones... aparte de reflejar bien diferentes épocas del país como la crisis o la guerra.

Cierto que fuera de las pantallas de cine, cuando los caminos se tuercen, nunca aparece un ángel para recordarnos que somos mucho más importantes de lo que nosotros mismos creemos, es un ejercicio que todos deberíamos hacer de vez en cuando, sin recrearnos en él, pero siendo conscientes de nuestro propio valor aceptando la vida tal y como es y no como nos gustaría que fuese, haciendo bueno el proverbio de Epicteto: “No pretendas que las cosas sean como las deseas; deséalas como son”.
Soberbia película que ensalza los grandes valores tradicionales: la amistad, la lealtad, la honradez, la solidaridad, la familia, el amor incondicional, la esperanza a toda prueba,....

Tráiler:





Calificación: 6 de 6.

No hay comentarios:

Publicar un comentario