viernes, 31 de mayo de 2013

Kim Ki-duk (Director)



 

Kim Ki-duk

1960 (Bonghwa, South Korea)

Director

Introducción:

Kim Ki-duk es un director de cine surcoreano. Es uno de los más conocidos representantes de la vanguardia cinematográfica de ese país. Proviene de una familia de clase obrera y no ha recibido formación técnica como cineasta, comenzando su carrera a la relativamente tardía edad de 33 años como guionista y director.

Su cine hay una voluntad autoral claramente manifiesta en la creación de un universo compacto y coherente lleno de recurrencias y lugares comunes. Sus personajes, casi siempre (la excepción vendría únicamente por Time), se mueven en la tangente de la sociedad. De la misma manera, sus historias desde Hierro 3 se han ido desplazando progresivamente hacia un espacio etéreo entre realidad y onirismo hasta llegar al extremo de Dream, donde la lógica de los sueños anula ya por completo la causalidad realista.


Autor de varias obras a veces altamente experimentales, es distintivo el ritmo pausado de su cine, el fuerte contenido visual muchas veces cruento, el parsimonioso uso del diálogo y el énfasis en elementos criminales o inadaptados a la sociedad. Este último refleja la posición de Kim dentro de la sociedad surcoreana en general, y el ámbito fílmico en particular.

Biografía:

Kim nació el 20 de diciembre de 1960 en Bonghwa, en la provincia de Gyengsang del Norte, en el seno de una familia rural. Trasladados a Seúl cuando tenía 9 años, se educó para trabajar en agricultura, pero abandonó su formación para trabajar como obrero fabril a los 17 años. Se alistó en la infantería de marina del ejército surcoreano a los 20 años, y prestó servicio como suboficial hasta los 25; a su baja, se dedicó a la pintura —una afición desde niño—, ganándose la vida como acólito en un templo budista.

De acuerdo a Kim, fue en París donde acudió por primera vez al cine; entre las primeras películas que vio se contaron El silencio de los corderos de Jonathan Demme, y Los amantes del Pont Neuf, de Léos Carax, que le causaron ambas una gran impresión. De regreso en su país natal, su recién descubierta afición le llevó a presentarse a varios concursos de guión; en 1993 obtuvo el premio mayor del Instituto Nacional del Guión de Corea del Sur por Un pintor y un criminal condenado a muerte. En 1994 logró la tercera plaza del concurso organizado por el Concejo Coreano de Cine (KOFIC) con Doble exposición, y al año siguiente el premio mayor del KOFIC por Cruce imprudente. Aunque ninguno de estos guiones llegó a rodarse, su éxito le permitió obtener un contrato con Joyoung Films para rodar Cocodrilo la brutal historia de un grupo de personas sin hogar que viven bajo un puente sobreviviendo a fuerza de astucia y violencia. Cocodrilo anticipó la conjunción de fotografía delicada y trama brutal que caracterizaría a la obra subsiguiente de Kim; obtuvo poco éxito con la prensa local, pero consiguió una plaza en el Festival Internacional de Cine de Pusan, donde se proyectó en la sección Panorama Coreano.


El festival de Pusan sería uno de los principales puntos de exhibición de Kim en los años siguientes. Su primer guión se transformó en Animales salvajes, rodada en 1996 en las calles de París, que se exhibió en el Festival Internacional de Vancouver. En 1998 Paran daemun se elaboró sobre otro guión premiado por KOFIC y tuvo más exposición internacional, proyectándose en la Berlinale y en el Festival de Cine de Karlovy Vary; un cambio rotundo en el estilo fílmico de su autor, es un híbrido entre melodrama adolescente y denuncia social, ambientado en una pequeña ciudad portuaria donde una joven prostituta es el único sustento de la familia que mantiene el pequeño hostal donde lleva a sus clientes. La relación agridulce entre la hija de la familia empobrecida y la prostituta es uno de los puntos centrales del film, evocado luego en otras obras del autor.

En 2000 rodaría dos películas: la muy experimental Ficción verdadera Real Fiction ( Siljae Sanghwang), rodada en apenas 200 minutos y montada en tiempo real, acerca de un artista callejero, su ex novia, y otros personajes que atraviesan la plaza en la que éste ofrece sus obras durante la hora larga que dura el film, y la obra que le representaría el salto a la fama crítica internacional: La isla (Seom). Una morosa narración de la relación entre un fugitivo de la ley y la propietaria de un centro de pesca, en la que los inquilinos habitan tiendas flotantes en el lago. La isla se hizo notoria entre otras cosas por la crudeza de algunas de sus escenas, que llevaron al desmayo de un crítico en su premiere en el Festival Internacional de Cine de Venecia. La presencia de una prostituta, una figura recurrente en la filmografía de Kim, atrajo la ira del público coreano, y la violencia de algunas de las escenas provocó reacciones de desagrado, pero la obra estableció firmemente a su autor como una presencia significativa, y se proyectó en una docena de festivales en todo el mundo.



De algún modo, en “La isla” aparecen todas las constantes de su filmografía. Así, nos encontramos ante unos encuadres bellísimos, llenos de lirismo, pero a la vez salpicados de una violencia atroz. Existe una predilección por mostrar a animales maltratados (a menudo peces, pero también perros) y un trato incluso vejatorio hacia las féminas, ya sea como sujeto pasivo que sufre frente a la fuerza masculina o como persona activa que incita al hombre a la perdición.

Domicilio desconocido (Suchwiin bulmyeong) abrió el festival de Venecia al año siguiente, y Nabbeun namja , una nueva incursión en el mundo de la prostitución forzada y la violencia como vínculo amoroso— fue su primer éxito de taquilla, entre otras razones gracias a la presencia de Jo Jae-hyeon en el papel principal.

Su siguiente película, El guardacostas (Hae anseon) contó con la presencia de una estrella local, Jang Dong-kun, Kim Ki-duk cree firmemente en la fuerza de la imagen. Por ello, en sus films abundan metáforas visuales. Hasta el extremo de que todo The coast guard es un símbolo de su posición política antibelicista sobre la problemática entre las dos Coreas.


Sensacional me parece esta propuesta del director coreano Ki-Duk Kim. De nuevo, nos sumerge en un mundo donde la locura y la soledad se entrecruzan. Ejercicio salvaje, de cruda violencia y de descenso a los infiernos de una mente perturbada.


La fabulosa fotografía y la completa banda sonora no consiguen disimular este barroquismo de sangre y sufrimiento. Puede ser, que sea en esta película, donde comience a mostrar un dominio ejemplar del encuadre, donde unos escenarios y naturalezas desoladas que siempre utilizó para recrear sus guiones, empiecen a formar parte de las historias, más que ser un mero acompañamiento. El combate de boxeo en el agua es impactante (que sin duda es lo que buscaba su director) y su salvajismo es jodidamente hermoso.

Gran actuación de Dong-Kun Jang estira su papel hasta el límite, hasta lo imposible. Más o menos es siempre lo que busca el realizador coreano, llevar las cosas un poco más allá de lo que debiera, intentando sacar de quicio al espectador.

Fantástico el final, el acercamiento a una sociedad que siempre espía desde la barrera de la seguridad. (Chagolate con churros).

En el 2003, "Primavera, verano, otoño, invierno... y otra vez primavera" (Bom yeoreum gaeul gyeoul geurigo bom) atrajo nuevamente la atención masiva, sobre todo por la mayor accesibilidad de un film desprovisto por completo de violencia. Con la primera presencia de Kim frente a las cámaras en el papel de un anciano monje budista, sus obsesiones con la violencia, la crueldad y la futilidad cíclica de la vida se desplazan ahora al comentario de las diversas pasiones que atraviesan la vida de una persona. Fue también la primera de sus películas en alcanzar distribución a gran escala fuera de los festivales y, fijó las bases para que las posteriores Samaria (que obtuvo el Oso de Plata al mejor director en Berlín en el 2004) y Hierro 3 (ganadora del premio equivalente en Venecia) aparecieran en el circuito comercial.


En “Samaritan Girl” se desvelan dos aspectos de cambio en el cine de este director: por un lado, una evolución formal, en base al despojamiento de elementos en sus encuadres. Sus planos respiran armonía y lirismo, y al igual que en “Hierro 3”, huye de excesos visuales y se acerca a una planificación muy sencilla, pero tremendamente elocuente. Por otro lado, se aprecia una evolución más introspectiva, con la presencia de unos personajes que son capaces de afrontar de manera menos agresiva sus problemas, ayudados por la fe y la espiritualidad. En este título prima más la concepción cristiana, en una protagonista que para redimir sus pecados y los de su amiga se mueve entre la penitencia y el martirio. Así, Yeo Jin es un personaje que también evoluciona, desde el pecado hasta la pureza. No lo es tanto su padre, al menos en un principio, un personaje arquetípico en su cine, que usará la violencia como arma para desembarazarse de la culpa, pero que finalmente y a través de un viaje tanto físico como metafórico, logrará la paz interior.

Al igual que en sus otros títulos, Ki-Duk utiliza como base un problema social (en este caso, uno de sus favoritos, como es la prostitución) para reflexionar sobre las relaciones paterno-filiales y el desencuentro entre los padres y sus hijos en la Corea moderna. El surcoreano nos presenta un cuento de alto carácter moral, pero que jamás cae en la moralina barata. Kim Ki-Duk simplemente nos sitúa ante sus protagonistas y permite que sea el espectador quién decida si éstos se merecen o no el perdón. Y este aspecto en el cine de hoy en día, ya merece un buen aplauso.


En “Hierro 3”, mediante depurada poesía visual, la película desarrolla un vivo romance expresado a través de gestos medidos y miradas hondas, elocuentes, pero en el variado repaso a viviendas y moradores lanza también un vistazo firme a la sociedad, imperfecta y vulgar (con la subrayada excepción del matrimonio sonriente que cultiva un beatífico jardín); sociedad de la que el joven sin nombre y sin voz intenta ausentarse ejercitando un modo de vivir que es un arte iniciático.

El arco (Hwal, 2005), nuevo ejemplo para demostrar que lo que importa en el cine es la imagén. También es una nueva muestra del talento visual y del uso de la metáfora de Kim Ki-Duk.

La historia de amor y necrofilia entre una momia celosa y una jovenzuela menor de edad es tan curiosa como profunda. También funcionan las metáforas visuales como en la secuencia donde se rompen los lazos que unen al viejo y a la niña utilizando una soga. Y sobre todo la poesía minimalista y funcional que acompaña toda la cinta.


"El arco" se queda lejos de alcanzar a sus dos mejores películas, "Hierro 3" y "Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera". Se acerca más en espíritu a la también interesante "La isla". Pero demuestra que Kim Ki-Duk es un cineasta único (como Tsai Ming-liang) en conseguir la admiración o la irritación más enfermiza. (Maldito Bastardo).
Time (Shi gan, 2006), el planteamiento de “Time” es tan interesante como descabellado y surrealista, tan alejado y cercano al mismo tiempo a argumentos visuales/narrativos ya utilizados por Hitchcock o Buñuel. Pero la historia se decanta muchas veces por el culebrón o entra en los terrenos del vodevil en su inicio con esos celos, escenitas en público y proposiciones indecentes.

Pero también está la parte interesante desde que se inicia el viaje a un quirófano y la desaparición. Es ahí donde el filme de Kim Ki-duk coge fondo: el del de un drama romántico atípico y original.

"Aliento" (Soom, 2007), Kim Ki-Duk vuelve a crear una obra pausada y silenciosa, y vuelve a enfrascarse en una historia de amor fuera de lo común, un amor tan imposible y extravagante como el vivido en "Hierro 3". Y como en aquella maravillosa obra, el protagonista actúa sin dialogar, igual también que aquel chulo de "Bad Guy" con quien también comparte el temperamento.


Tal vez es cierto, Kim Ki-Duk ya ha contado algo parecido, pero lo que cuenta, y cómo lo cuenta sigue siendo sorprendente. Yeon, una mujer engañada por su marido, decide iniciar una relación sentimental con Jang-jin (Chen Chang), un hombre que está en el corredor de la muerte. Este hombre ya había perdido la esperanza por vivir, ya no tenía ganas de luchar y se había intentado suicidar. Yeon le cambia la perspectiva y le hace querer vivir de nuevo.

La relación de Yeon y Jang-jin, es lo destacable del film, al igual la reacción del marido. Un trío inverosímil pero certero. Una mirada distinta de los celos, y una historia que para nada deja indiferente. Ki-Duk Kim parece darse un pequeño homenaje con el paso de las estaciones en la cárcel "Primavera, verano, otoño,...". Esta es la Montaña de Seorak donde Kim vuelve a sorprender. (Sersolo)


Con "Dream" (Bi-mong, 2008) es bastante mal recibida por la crítica en general,la historia es bastante atractiva a priori: un hombre tiene un sueño en el que hay un accidente. Se despierta, sale a la calle, y eso mismo ha sucedido. ¿Quién conducía el coche?. Una mujer que aseguraba haber estado en la cama a la hora del suceso, si bien su vehículo tenía los golpes que habían pasado en la mente del hombre. ¿Qué habrá ocurrido?. Poco a poco se va desgranando la historia, sabiendo los primeros 15 minutos la solución al enigma y viendo poco a poco cómo se enfrentan a él. Ki Duk es un director que puede gustarte o no, pero siempre puede sacarse jugo de sus propuestas, bien haciendo un drama romántico o un film sobre la prostitución, es un realizador capaz de destapar buenas ideas independientemente de cómo sean llevadas a cabo.



Después de un tiempo de parón, Kim-Ki regresó a la actualidad en 2011 con "Amen" y marca un nuevo inicio para la carrera del director surcoreano, o más bien parece un intento por regresar a la captura de la no-ficción presente en su primera etapa (aquella que terminó con "La isla" y que dejó títulos como "Crocodile" o "Real Fiction"). Irregular pero interesante, con algún momento aislado fantástico pero en general bastante tibia, la película sigue el viaje que realiza una joven coreana en busca de un hombre. Como en "Real Fiction", el realizador introduce un personaje que actúa en paralelo a ella, persiguiéndola, haciendo que el juego del gato y el ratón funcione más bien como una metáfora (bastante sencillota) en la que vemos cómo eso que busca en realidad lo que hace es perseguirla y estar presente en todo momento, por mucho que para alcanzar su objetivo intente viajar de un lado a otro.Tambien en 2011, ganadora del premio 'Un certain regard' en Cannes este "Arirang" que funciona muy bien aunque por momentos se reitere el discurso y se convierta en un ejercicio onanista bastante evidente. Su dilatada duración la perjudica y le falta un poco de concreción, ir más al grano y no tanto por las ramas, como en su tercer acto, en el que se rompen las reglas interpuestas por el director para instaurar otras nuevas que son menos rígidas pero que también pierden en interés. "Arirang" merece la pena, hay buenas reflexiones, pero no es el mejor cine que este hombre ha hecho y, esperemos, no sea el mejor que le queda por hacer.



Con Piedad (Pietá) (2012), hasta ahora su última película, Festival de Venecia: León de Oro - Mejor película, Ki-duk nos obsequia con un drama urbano sobre las perversiones a las que nos lleva el cada vez más despiadado capitalismo y sus traumáticas consecuencias sobre las relaciones humanas, en un retrato sobre una sociedad cuyo único motor que lo mueve todo es el ansiado dinero. El coreano retrata sin concesión alguna las miserias humanas dentro de la crisis económica galopante que nos está tocando sufrir, en el marco de una historia de odio y de venganza llevados al límite, tan excesiva y desmedida, que sólo un autor con la capacidad narrativa y visual del director de Hierro 3 es capaz de intentarlo y salir vivo del envite.

Rompe años de silencio en Cannes - Kim Ki-Duk se confiesa

El surcoreano Kim Ki-Duk, uno de los cineastas más solicitados del circuito de festivales internacionales en la primera década de siglo, habla a corazón abierto, tras años de silencio en 'Arirang', la película que trajo a Cannes.

Tráiler con subtítulos en inglés de 'Arirang' Desde su debut 'Crocodrile' (1996), el cineasta saltó rápidamente al estrellato con su tercera película, 'La isla', distinguida en Venecia. Tras más de una quincena de cintas y cosechar todo tipo de premios, el cineasta desapareció tras estrenar en 2008 'Bi-mong' ('Dream'). La causa fue que una de sus actrices sufrió un accidente por el que casi pierde la vida.

Las circunstancias de los hechos no llegaron a esclarecerse del todo y circularon informaciones que señalaban un intento de suicidio por parte de la actriz. El hecho es que desde que se estrenó esa cinta, Kim Ki-duk desapareció de la vida pública y se recluyó en una precaria cabaña en una zona boscosa de su Corea natal, donde vive aislado, como un ermitaño sin agua corriente y con un limitado suministro eléctrico.



Todo ello lo muestra en 'Arirang', la película que ahora presenta en la sección Un Certain Regard. Empujado por la necesidad de rodar, el autor de las aclamadas 'Hierro 3' (2004) o 'Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera' (2003) se compra una pequeña cámara, la coloca en su cabaña delante de él a forma de espejo y comienza a hablar de todos los fantasmas que le han acompañado estos últimos años.

Kim Ki-Duk relata cómo ha vivido aislado, sin amigos y evadiéndose con la bebida. Además, cuenta la traición que sufrió por parte de algunos colaboradores, reflexiona sobre su papel como cineasta, sobre los límites de su oficio y la contradicción que suponen los premios.

La dureza y precariedad de su vida solitaria y la honestidad a la hora de exponerla difícilmente las ha mostrado antes en la gran pantalla cualquier otro director. "Muchos considerarán esta película un documental, pero para mí es un drama", afirma el realizador en el metraje.


"Hacerle justicia en una breve crítica es imposible. No sólo porque Kim proporciona una comprensión revolucionaria sobre su línea de trabajo, sino porque también aborda temas que muy a menudo son ignorados como irrelevantes o pedantes por parte de profesionales que deberían tener un conocimiento más profundo", dijo el crítico de 'Screen'.

'Arirang' es el título de una canción coreana que conmueve profundamente al director e incluso le hace llorar. También el espectador queda desarmado al ver como el cineasta abre su alma.


No hay comentarios:

Publicar un comentario