lunes, 2 de febrero de 2015

Invasion of the Body Snatchers (La invasión de los ladrones de cuerpos) - (1956) - (Director: Don Siegel)



La invasión de los ladrones de cuerpos

Título original: Invasion of the Body Snatchers.

Año: 1956

Duración: 80 min.

País: Estados Unidos.

Director: Don Siegel.

Guión: Daniel Mainwaring (Relatos: Jack Finney)

Música: Carmen Dragon.

Fotografía: Ellsworth J. Fredericks.

Reparto:

Kevin McCarthy, Dana Wynter, Larry Gates, Carolyn Jones, King Donovan, Virginia Christine, Tom Fadden, Guy Way, Sam Peckinpah.

Género: Ciencia ficción.

Sinopsis:

Miles Bennel, médico de Santa Mira, una pequeña localidad californiana, investiga el comportamiento de varios de los lugareños, que según sus familiares se comportan como otra persona. Clásico del cine de terror, basado en una novela de Jack Finney.




COMENTARIOS:

La década de los cincuenta, fue generosa para los géneros de ciencia ficción y serie B. Y uno de los directores que aprovechó esta tendencia, aunque no se le recuerde especialmente por ello, fue Don Siegel.

En plena Guerra Fría, era fácil que los argumentos de las películas trataran de invasiones extraterrestres, o grandes amenazas para la sociedad actual. Y, sin duda, una de ellas es La invasión de los ladrones de cuerpos, de 1956.

Pese a que a Don Siegel se le recuerda por películas mucho más posteriores a esta, como “Código del hampa”, “La jungla humana” o “Harry el sucio” por decir sólo tres, podríamos decir sin miedo a equivocarnos que de sólo haber dirigido con acierto este clásico de la ciencia ficción y del terror entre toda su filmografía (cosa que no es así ni de lejos) ya sería merecedor de una ovación cerrada.



Película de serie B que realizó con actores de los digámoslo así, segunda fila (aunque a mi parecer lo que les faltó fue la suerte que sí tuvieron otros) y con un guión que se basaba a su vez en un relato de Jack Fenney, Siegel realizó en 1956 “Invasion of the body snatchers” una obra maestra del género que ha envejecido a las mil maravillas, sigue tan actual como el primer día.



"No quiero un mundo sin amor, sin dolor o sin belleza: prefiero morir"

El fragmento de diálogo arriba citado resume perfectamente lo que es la esencia de este magnífico film. Apología preciosa de la importancia de aquello que es consustancial al ser humano y lo define: su capacidad para sentir. Ya sea amor, odio, la felicidad más exaltada o el sufrimiento más profundo; esto es lo irrenunciable e inherente a la naturaleza humana, esto es lo que distingue a alguien vivo de un simple cadáver (o de un cuerpo robado). He de resaltar que me parece especialmente impactante (y magistral) que se mencione que es mejor morir a experimentar un mundo sin dolor. De hecho sólo esta palabra suelta en medio del guión hace que se eleve a cumbres que otros films siquiera vislumbran. No hay mayor forma de homenajear la emoción que anteponer la sensación más aversiva que un ser humano puede experimentar al mero hecho de no sentir. Cualquiera preferiría morir a vivir en un mundo sin amor o sin belleza, pero pocos veneran tanto los sentimientos como para descubrir que incluso el sufrimiento es preferible a la ausencia de los mismos.



Por otra parte, mencionar que en el primer visionado no percibí ni por asomo nada vinculado a la caza de brujas, y, de hecho, por muy justificado que esté este punto de vista, me parece un error inducir esta idea y erigirla como definitoria del film; como si realmente este clásico lo fuese en la medida en que es metafórico de la situación política estadounidense de la época. Esta película es maravillosa porque evoca lo eterno (la emocionalidad del ser humano, como dije anteriormente) y lo hace de una forma pavorosamente coherente, a través del magnífico punto de partida formulado con el "mi madre no es mi madre" o "mi tío no es mi tío" según el caso, y el enorme miedo que esto suscita en sus allegados. El terror indescriptible de quien nota que sus seres queridos carecen de aquello que los define y que lo perciben inequívocamente aún a falta de pruebas exteriores que lo respalden, quedando profundamente perturbados a causa de ello.



De la misma manera que yo, al ver el film por segunda vez, he descubierto que, en efecto, existen comentarios y situaciones que fácilmente se pueden interpretar como claros mensajes de contenido político, tengo que decir que me parecería atroz que nadie, una vez haya visto este u otros comentarios alusivos a la naturaleza emocional del film, niegue su central presencia y su vinculación directa y necesaria con la trama. En cualquier caso, e independientemente de lo que vea cada uno, todos podemos ser perfectamente felices asumiendo que dentro de este magnífico ejercicio artístico se simultanean varios niveles de lectura y temática que no tienen por qué excluirse entre sí y que sólo enriquecen aún más el conjunto, evidenciando que estamos sin duda alguna ante un clásico entre clásicos y un verdadero film de ciencia ficción, terror o como quiera  tan distinto a los sucedáneos de hoy en día como maravilloso y profundamente conmovedor.



Aunque es evidente que carece de presupuesto, Don Siegel logra una atmósfera angustiosa y opresiva. El cineasta se luce en secuencias como la de la autopista, en la que el protagonista trata de alertar a los conductores.


Sam Peckinpah es asistente de dirección, colabora en el guión e interpreta un papel muy breve. Se han realizado tres "remakes" del film: Philip Kaufman-1978, Abel Ferrara-1993 y Oliver Hirschbiegel-2007.


La música, de la compositora californiana Carmen Dragon, aporta una partitura intensa, de bajos profundos y agudos vibrantes, que genera sentimientos de terror. La fotografía, de Ellsworth Fredericks, hace uso de la estética visual propia del cine negro. Buenas interpretaciones. Admirable film de culto.

Trailer:






Calificación: 5 de 6.

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