lunes, 21 de mayo de 2012

Salmon Fishing in the Yemen (La pesca del salmón en Yemen) - (2011) - (Director: Lasse Hallström




TÍTULO ORIGINAL:  Salmon Fishing in the Yemen

AÑO: 2011
DURACIÓN: 111 min.
PAÍS: Reino Unido.
DIRECTOR: Lasse Hallström.
GUIÓN:  Simon Beaufoy (Novela: Paul Torday).
MÚSICA:  Dario Marianelli .
FOTOGRAFÍA: Terry Stacey.

REPARTO:
Ewan McGregor, Emily Blunt, Kristin Scott Thomas, Rachael Stirling, Amr Waked.

SINOPSIS:
La presencia de Gran Bretaña en zonas calientes del globo como Irak y Afganistán no contribuye precisamente a mejorar las relaciones con el mundo árabe. El primer ministro presiona para dar con algún proyecto que pueda ayudar, y su eficiente jefa de prensa Patricia (Kristin Scott Thomas) cree encontrarlo en un plan de un jeque multimillonario (Amr Waked),  que suena a completo disparate: la introducción de la pesca de salmón en Yemen. El experto Fred Jones (Ewan McGregor) no cree en la idea visionaria del jeque, Yemen no reúne ninguna condición favorable, pero obligado por sus superiores se ve obligado a estudiar la viabilidad, justo en un momento en que su matrimonio atraviesa una situación delicada. Le sirve de enlace con el jeque la muy competente Harriett Chetwode-Talbot (Emily Blunt), cuyo novio, militar, acaba de ser destinado en Afganistán.

COMENTARIOS:

No estamos ante un producto de masas. Parece que queda evidente al ver su título, y en efecto esta película va dedicada y está hecha para aquellos que saborean, no para los que sólo engullen. Su secreto se esconde precisamente en eso: no es una comedia, no es un drama, pero tiene elementos de ambos géneros que se pueden ir desgranando según avance el metraje.
Adaptación de la divertida novela de Paul Torday a cargo del oscarizado Simon Beaufoy (Slumdog Millionaire) en lo concerniente al guion, y con la muy competente dirección del sueco Lasse Hallström. Tiene mucho mérito esta versión para la pantalla, que conserva el fino humor británico del original, pero que estaba obligada a salir del atolladero de la estructura primigenia, el intercambio de correos electrónicos entre los distintos personajes. Tal recurso sigue teniendo algo de presencia, pero la historia toma aire y aumenta su campo planteando algunas cuestiones que en el mejor de los casos Torday simplemente apuntaba.

De modo que la idea de un proyecto descabellado, que da pie a pasajes muy divertidos, invita a reflexionar sobre la fe en un mundo donde, al menos en Occidente, se ha perdido en gran parte el horizonte de lo trascendente: no lo controlamos todo, pueden ocurrir sucesos que objetivamente considerados parecen milagrosos por lo improbable de su ocurrencia, en otras culturas se vive de otra manera, hay menos cinismo... Está introducida con gran naturalidad la necesidad del entendimiento entre Oriente y Occidente, con la apertura a otras mentalidades y la lacra del terrorismo fundamentalista, pero también el oportunismo político y la obsesión por la imagen y las apariencias. Y todo ello traspasado por el humor, aunque no falta dramatismo cuando hace falta, especialmente en el último tramo, con un desenlace que funciona, y que en otras manos sonaría a tópico.
Aunque todo lo dicho hasta suena a trama de sátira política y punto, lo cierto es que uno de los méritos del film es su componente humana, plasmada en la composición de dos personajes muy sólidos (Ewan McGregor y Emily Blunt), que estrechan su relación de un modo muy natural y sin transitar caminos trillados, a pesar de sus caracteres contrapuestos: él es como un ratón de biblioteca que sólo sabe de pesca, ella una mujer abierta y cosmopolita, y sus previos compromisos componen una madeja de enorme interés sobre el amor, la entrega y el compromiso. También tiene gran mérito en el capítulo interpretativo la tronchante jefa de prensa que compone Kristin Scott Thomas –asombroso cómo concilia familia y trabajo, y el modo en que maneja a los políticos–, y el difícil papel del jeque, que compone Amr Waked.

Empatiza hasta tal punto que uno, desde su butaca, se alegra de que el proyecto salga adelante, y se lamenta de que la vida del protagonista fluya cual salmón que debe ir contracorriente para avanzar. Ambos protagonistas contribuyen con su buen hacer y aunque a McGregor se le echa en falta algún que otro registro diferente, es perfecto para el papel. Blunt tiene encanto, y con eso le sobra y le basta porque su personaje, foco en más de una ocasión, no necesita de más recursos. El punto de comedia lo aporta Scott Thomas que engrandece cualquier papel que acepta. Su perseverancia y "visión de futuro" son de lo mejor de la película.
Un viaje por el mundo, en concreto a Yemen, que nunca viene mal, es en este caso un lugar tan perfecto como otro cualquiera para construir una historia de amor entre personas perdidas por motivos diferentes. A veces es mejor alejarse para ver con perspectiva.
Bajo la excentricidad y lo alocado del título, y de la propia historia en sí, la delicada pluma de la dirección y lo convincente de los diálogos la convierten en algo cercano y entrañable. Se enfrentan dos personajes antagónicos, el sentimental frente al racional, inmersos en diálogos placenteros, cargados del toque justo de humor e ironía, que son el anzuelo exacto para que "ávidos pececillos" como nosotros nos entreguemos por completo al espíritu y a la ilusión de la cinta.
Película que es una realidad por el derroche de ilusión puesto en ella, al igual que lo es el alocado proyecto de llevar salmones desde Escocia hasta Yemen con objeto de introducir su pesca en esas aguas que transcurren por arenosos desiertos.

Todo un acierto de amabilidad y entretenimiento que consigue el éxito gracias a la gran química existente entre sus dos personajes protagonistas, a los que dan vida Ewan McGregor y Emily Blunt, y a una soberbia Kristin Scott Thomas, en su rol de endiablada buscadora del provecho político, está genial. Desbordante de ironía, de energía, de vigor, de mando, de recursos, de sarcasmo...simplemente sobresaliente.
Ewan McGregor metido en un papel raro para él: un profesor anodino, insulso, con una vida que transcurre por cauces tristes y llevaderos... cual pez que se deja llevar por la corriente, cuando realmente quiere ser salmón que nada contra ella. Nunca es tarde para cambiar, para girar el rumbo y convertir la vida de uno mismo en lo que se quiere y se desea, por mucha pendiente que haya que remontar y mucho esfuerzo que cueste. Es una gran metáfora plasmada en el "remonte" río arriba del salmón, al igual que una escena de la cinta, en la que el propio doctor Jones está caminando en la misma dirección que todo el mundo por una calle londinense, cuando, de pronto, cambia de opinión, se gira y cambia su rumbo. DECIDE; decide, por sí mismo.
A veces, uno tiene que darse cuenta de que existen diferentes mareas en la vida, en la que uno, como nuestros protagonistas los salmones, puede elegir entre dejarse arrastrar por el agua o buscar nuevas rutas que nos conduzcan a un mejor caudal.

Tráiler:


Calificación: 4 de 6.

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