viernes, 15 de marzo de 2013

Westward the Women (Caravanas de mujeres) - (1951) - (Director: William A. Wellman)



TÍTULO ORIGINAL: Westward the Women

AÑO: 1951

DURACIÓN: 118 min.

PAÍS: EE.UU.

DIRECTOR: William A. Wellman.

GUIÓN: Charles Schnee (Historia: Frank Capra).

MÚSICA: Jeff Alexander.

FOTOGRAFÍA: William C. Mellor.

REPARTO:

Robert Taylor, Denise Darcel, Hope Emerson, John McIntire, Julie Bishop, Lenore Lonergan, Henry Nakamura, Marilyn Erskine, Beverly Dennis, Renata Vanni, Pat Conway.

SINOPSIS:

A mediados del siglo XIX, un guía de caravanas (Robert Taylor) recibe el encargo de conducir a un grupo de mujeres desde Chicago a California. A partir de Independence (Missouri) tendrán que recorrer cinco mil kilómetros cruzando las montañas de Utah y el desierto californiano, en un viaje lleno de penalidades que constituye una auténtica odisea. El objetivo de la caravana es llegar a un valle habitado por un grupo de solteros solitarios que buscan esposa.


COMENTARIOS:

El western nunca ha sido un género marcado por el toque femenino. Si bien es cierto que nunca han faltado personajes femeninos de entidad, casi siempre han sido relegados al ámbito romántico o a establecer un matriarcado como los que muy bien supo reflejar John Ford. Nunca ha sido un género dado a las heroínas, aun cuando tenemos las excepciones de todos conocidas: la Vienna de Joan Crawford o la Altar Keane de la Dietrich.
Pero faltaba una película que supusiese aunar la épica del western con las mujeres, y fue precisamente un cineasta totalmente ajeno al género, el gran Frank Capra, a quien se le ocurriese la idea de llevar a la pantalla la hazaña de 150 mujeres que viajan al Oeste en busca de marido. Capra finalmente no pudo hacerse cargo del proyecto, que recayó en manos de un director no menos valioso pero en principio chocante: William A. Wellman, conocido especialmente por su poca docilidad con las intérpretes femeninas.

Wellman, que según se cuenta, no daba de sí cuando le propusieron el proyecto, pero aceptó por ser una trama sumamente original que podría ser un éxito seguro. Y es curioso como directores de su generación (él mismo, Ford o Walsh), que siempre priorizaban el cine masculino, tuvieran tanta sensibilidad al retratar al género contrario.
Las mujeres del film de Wellman ya no son estereotipos, han de afrontar la cruda dureza del Oeste con tanto o más esfuerzo que los hombres. Su peripecia durante el viaje en caravana se convierte también en un camino iniciático que las hace alcanzar la igualdad que merecen y ganarse el respeto y admiración de aquellos que con su actitud misógina, siempre desconfiaban irónicamente de ellas, como simboliza el personaje de Robert Taylor.

No se cae en el feminismo falso e hipócrita de tener que ponerles las cosas fáciles para que las mujeres puedan reivindicarse, sino que ellas mismas han de lograrlo de su propio sudor y esfuerzo, ellas mismas han de luchar por conseguir aquello a lo que aspiran, y una vez alcanzado es cuando por fin pueden exigir sus intereses, como sucede en las escenas finales del film, cuando deciden demorarse un tiempo más para poder ir bien arregladas a la ciudad, o la emocionante y sensible escena de la presentación a sus futuros esposos, donde son ellas las que toman la iniciativa.

Todo ello retratado con la mano casi invisible de Wellman, cuyo trazado narrativo resulta impecable, sabiendo conferir el detallismo y tacto femenino a los cánones clásicos del género, e hilvanando sin problemas ni fisuras la crudeza con la emotividad, lo dramático y trágico con el humor, humor ya bien explícito como en aquella estupenda secuencia con Taylor y Nakamura ebrios o un humor que brota espontáneamente del devenir cotidiano y el aprendizaje de sus integrantes, o de aquellos cortísimos personajes encarnados por secundarios habituales: Chubby Johnson, George Chandler…
Reconocer los méritos de aquellos otros miembros que hicieron posible esta gran película, como la excelente fotografía en blanco y negro de William Mellor o un compacto reparto en toda su extensión destacando especialmente a Robert Taylor, perfectamente comedido, y sobretodo la gigantesca y madura Hope Emerson en un antológico papel que se convierte en madre y alma de toda la caravana y por ende, de la película entera. Sin olvidar a los gloriosos McIntire y Vanni, amén del perrillo que acompaña a esta última y su hijo y protagoniza una de las escenas más emotivas.

Clásico del cine del oeste. Son una de esas películas que ya le tienes cariño por haberla visto en tu infancia y que por algún motivo te haya marcado con lo que la recuerdas con el paso del tiempo.

Cuando la carrera hacia el Oeste americano alborotó los sueños de los que buscaban aventuras, huida, libertad o empezar de nuevo, tierras hasta entonces vírgenes de pueblos que no fuesen indios fueron acogiendo la imparable presencia de todo tipo de gente. Como era lógico, en los inicios las mujeres eran un artículo de lujo. Al principio, la dureza de las condiciones impelía a los hombres, la mayoría de ellos solteros, viudos o simplemente libres de cargas familiares, a encabezar la conquista y desbrozar los terrenos, y no eran muchas las mujeres que se atrevían a encarar los innumerables peligros y fatigas, sobre todo sin la compañía masculina.

Es fácil imaginar que, a causa de la Fiebre del Oro y de las luchas por quedarse con parcelas de tierra fértil, se fueron constituyendo asentamientos carentes del elemento femenino casi por completo, exceptuando quizás a algunas esposas que habían viajado valientemente con sus maridos, prostitutas que no tenían mucho que perder, y otras aventureras aguerridas, probablemente muy pocas, que iban a probar fortuna.

En no pocas aldeas debieron de hallarse ante tal problema. Montones de solteros solitarios.

Wellman propuso un western en el que, para variar, el protagonismo no recaía en cowboys y forajidos, sino en guerreras, valerosas luchadoras que lo dejaron todo atrás por un sueño temerario: marcharse al Oeste, donde las esperaban hombres que las necesitaban y una vida nueva.

El jefe y un experimentado guía de caravanas van a Chicago a reclutar al número suficiente de mujeres para que, contando con las bajas que se producirán durante el durísimo camino, al término del viaje aún haya bastantes para todos los solteros. Unas ciento cincuenta candidatas firman su solicitud. Guapas, menos guapas, jóvenes, algo más maduras, unas cuantas viudas, alguna madre soltera que busca un lugar donde no la señalen por su “pecado”, todas más o menos acostumbradas al trabajo y las privaciones, más o menos habilidosas con las armas y los animales de transporte, casi todas tienen algo en común: van a arriesgarlo todo y van a entregar cada átomo de energía y esfuerzo para conseguir su propósito. No todas llegarán a su destino. Los abandonos de las menos convencidas, los accidentes fatales, y los ataques de los indios que reclaman su honor pisoteado, irán reduciendo el grueso de la expedición.

Todo este universo femenino confluye, en los momentos de mayor adversidad, en un solo objetivo, en una sola idea: Terminar el viaje. Y lo consiguen. ¡Vaya si lo consiguen!


La película dice "las mujeres no son mejores que los hombres, pero frente a la adversidad y las dificultades se crecen como ningún hombre podrá hacerlo jamás".

Excelentemente planificada, estructurada y dirigida, es un film sobre el aprendizaje y la necesidad de plantearse objetivos en la vida. Gran reparto.

Tráiler:


Calificación: 4 de 6.

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